Orgullosa, dominada por torres medievales y rodeada de murallas que dan fe de la fuerza y de la importancia alcanzada en la Baja Edad Media: así es como se presenta hoy Tarquinia a los que llegan de la costa o del interior, a lo largo del pequeño río Marta.
Pero la ciudad está vinculada a un pasado antiguo, que la vio sobresalir en la dodecápolis etrusca, y el tamaño del cual se evidencia por más de 6.000 tumbas que ocupan toda la meseta de piedra caliza con vistas a la ciudad antigua, ahora desaparecida.
Se considera a las tumbas de Tarquinia como “la primera página de la gran pintura italiana”: muchas de ellas son de hecho pintadas con escenas de cazadores, pescadores, músicos, bailarines, malabaristas, deportistas, que representan la riqueza el poder y el alto rango social de los muertos allí sepultados.
Y debido a la presencia de un gran ciclo monumental de pinturas, la necrópolis ha sido declarada “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO en 2004.
Sin duda alguna hay que completar la visita a las tumbas con la del Museo Arqueológico Nacional Tarquinese, ubicado en el espléndido palacio Vitelleschi, construido entre 1436 y 1439. Aquí se podrá admirar la colección de sarcófagos, cerámicas griegas, las joyas y el famoso relieve de los caballos alados que decoraba el frontón del templo de la Reina, y que que se ha convertido hoy en el símbolo de la ciudad de Tarquinia en el mundo.
Para aquellos que no pueden visitar las tumbas en la necrópolis hay en museo cuatro tumbas pintadas, que fueron separadas de su soporte natural en los años 50 del siglo XXpor razones de conservación.
La visita de medio día incluyendo museo y necrópolis etrusca, se puede combinar con la de Tarquinia medieval y renacentista o con la de la cercana Tuscania.
Si quieres profundizar en la cultura etrusca,en cambio, puede moverse hacia Cerveteri, para visitar los famosos túmulos de la necrópolis de Banditaccia, o hacia el Parque arqueologico de Vulci.